La Fundación Hipocrática convocó la primera edición del certamen de relatos breves, de carácter médico, para colegiados. Nuestra institución entregó los reconocimientos el pasado 12 de diciembre en el Pazo de Santa Cruz de Mondoi, donde se concedió un primer premio de 1.000 euros y dos accésits de 500 euros cada uno.
Los requisitos, recogidos en las bases del concurso eran que “el tema debe estar relacionado con la medicina. Todas las obras tendrán carácter literario y los relatos presentados tendrán el tratamiento de relatos de ficción, aunque estén basados en hecho reales, pero en ningún caso se aceptarán aquellas obras en las que se identifiquen personas o situaciones jurídicas reales”.
“Antonio Rodríguez” —jefe de la sección de Pediatría Crítica, Cuidados Intermedios y Cuidados Paliativos Pediátricos del Chus— fue el ganador del concurso por su relato breve titulado O soño dunha garda de verán. “Fue una sorpresa recibir el premio, porque nunca me había presentado a un concurso de escritura. Me hizo mucha ilusión”, asegura. Además, “me parece muy interesante poder compartir con compañeros de profesión una afición que va más allá de la medicina”.
El doctor Rodríguez valora esta iniciativa colegial “muy positivamente. Primero, porque la medicina siempre ha estado asociada a un aspecto humano y, segundo, porque los médicos tenemos otras inquietudes más allá del ámbito de la salud”. Además, “este certamen nos da la oportunidad a muchos médicos de animarnos a participar y probar algo nuevo. También nos permite hablar sobre la realidad de nuestro día a día y, al escribirlo nosotros y vivirlo en primera persona, creo que se reflejan mejor las situaciones de carácter médico”, explica.
Antonio Rodríguez también hace referencia a que “habitualmente lo que escribo son artículos científicos, pero es la primera vez que me atrevo con la narración. Decidí elegir un tema que mostrara la realidad que vivimos, que fuera diferente y que pudiera llamar la atención del lector”. El objetivo “cuando escribo es que el receptor no lea solo una historia, sino que reflexione sobre los aspectos que se van tratando en el relato”.
El texto “trata una situación en la que un profesional sanitario, que está de guardia en el hospital, se echa a dormir un rato y tiene una pesadilla”. Aquí lo que vive el protagonista es una mezcla de ciencia ficción y realidad. En concreto, “abordo el tema de la intromisión de la inteligencia artificial en nuestro trabajo, y cómo eso puede crearnos cierto desasosiego, porque las máquinas están empezando a tomar decisiones”, indica el facultativo. “No solo desde el punto de vista tecnológico —donde la máquina es más precisa que el profesional— sino desde la perspectiva de que el paciente prefiera más el contacto con ella que con el humano. Eso quiere decir que estamos deshumanizando la medicina”. De hecho, “una de las cosas que piden los pacientes es que los médicos seamos más humanos. Se puede dar la paradoja de que si diseñamos una máquina en cuyo software incluimos elementos de humanización pueda ser más humana que el propio humano”.
Por lo tanto, el relato se centra en “la pesadilla que puede suponer para el profesional que las máquinas lo suplanten y sea simplemente un técnico en vez del protagonista de la relación con el paciente”. Está escrito “en gallego, porque considero que es una lengua que permite usar la retranca y ciertos juegos de palabras”. También “incorporé la figura de los cibercorsarios, en el sentido de que cada vez hay más riesgo de que se hackeen nuestros datos sanitarios”, explica. “Algunas de las cuestiones que aparecen en el relato ya las estamos empezando a ver o podríamos vivirlas en un futuro cercano”.
“Paula Rodríguez” —residente de cuarto año de otorrinolaringología en el Chus— recibió uno de los accésits por parte de nuestro Colegio por su relato titulado Amparo, que profundiza en la relación médico-paciente. “En general, parece que existe un pensamiento común de que esta relación es perfecta cuando la realidad es que muchas veces es conflictiva y tiene sus complicaciones. Además, evoluciona a lo largo de las consultas”, explica. “Lo escribí en el tren de viaje a Valencia, cuando me marché a vivir varios meses allí. Siempre me ha gustado escribir y me animé a participar, pero no esperaba que me seleccionasen. Estoy muy contenta”.
El relato breve “cuenta el caso de una paciente a la que, desde el punto de vista clínico, no le han ido bien las cosas, pero que aun así se siente muy agradecida por la atención médica recibida a nivel humano”, indica la autora. Eso “pone de manifiesto la relación médico-paciente, un aspecto que a veces se deja en segundo plano, pero que para el paciente es importantísimo”. Hoy en día “considero que lo que más amenaza esta relación son problemas que existen en el propio sistema de salud: la falta de tiempo por saturación de pacientes y otras tareas administrativas y cómo es la planificación”.
Por último, Paula Rodríguez alaba “la iniciativa del Colegio, porque veo muy necesario que se organicen actividades fuera del ámbito de la medicina. Los médicos hacemos demasiadas cosas relacionadas con la ciencia y muchas veces nos viene bien cambiar de escenario”. Gracias a este certamen “me estoy animando a escribir más. Creo que si hacen otra edición del concurso se presentarán más personas por los comentarios positivos que se están escuchando”.
“El otro reconocimiento fue para Luis Ferrer i Balsebre”—psiquiatra, escritor y articulista— que se presentó al concurso bajo el pseudónimo Ramón Vallespí. “Llevo cuarenta años escribiendo artículos en prensa y la literatura siempre ha sido una afición muy importante para mí. Creo que soy psiquiatra porque me gusta escribir, y no al contrario”, afirma. Su relato, Las ocho en el rencor, “describe y explora lo que son las emociones. El texto gira en torno al rencor, que es el odio eterno, pero el odio, como cualquier emoción, es muy cambiante. De aquí la idea de pasar del amor al odio”, asegura. Otra cuestión que aborda en la historia “es la escisión que tenemos todos los seres humanos entre la parte racional de nuestro cerebro y la parte emotiva”. La narración “muestra una relación de pareja, que racionalmente está muy bien consensuada y estructurada, pero una vez que van aconteciendo los hechos, surge la idea de una relación abierta, y, emocionalmente, es completamente contradictorio. Como ocurre siempre, “acaba ganando la parte emocional, porque es involuntaria. Sobre todo cuando se trata de una relación de pareja”.
El tema tratado “es muy actual, porque ahora están de moda las nuevas formas de amor que van surgiendo, como el poliamor o las relaciones abiertas”. También se encuentra la cuestión de “cómo se aborda un sufrimiento que es una contradicción entre la razón y la emoción. Ahí juega un papel importante el psiquiatra, que le da la clave de que muchas veces el odio es el mejor antidepresivo que hay. Se trata de una conclusión que desde el punto de vista terapéutico es una verdad como un templo”, afirma el doctor Ferrer. Estos escenarios “son muy frecuentes en consulta, hay muchos cuadros de angustia y de depresión. Por eso me apetecía ilustrar una situación con la que mucha gente se pudiera ver reflejada, aunque sea de forma caricaturizada”.
Con respecto al concurso del Colegio, “estoy muy contento de haber recibido este reconocimiento. Me parece muy positivo todo lo que sea fomentar las humanidades, porque creo que se está perdiendo ese aspecto en el ámbito sanitario”. Cada vez “se está tecnificando más, de tal manera que la tecnología lo ha invadido todo y la relación humana entre el médico y el paciente está siempre mediada por una máquina. Cada vez se habla menos de los pacientes y más de las nuevas tecnologías”. Además, el Colegio “tiene otras actividades muy interesantes, como la pintura o los viajes que hace la Comisión de Médicos Sénior”.