La sala de exposiciones de la sede de nuestro Colegio acogió el pasado 3 de mayo una nueva muestra protagonizada por dos artistas. La escultora Carmen Silva y la pintora Fina Pita compartieron espacio con más de 30 obras. La abstracción de la forma y la experimentación del color fueron temas principales de esta unión que nace de una amistad de 30 años. La exhibición permaneció abierta hasta el 28 de mayo.
La pasión de Carmen Silva ―oncóloga radioterapeuta jubilada― por las artes afloró en su entorno familiar. “Siempre he tenido curiosidad, aunque nunca me había interesado la escultura”, revela. No obstante, su interés por esta disciplina surgió a principios de los 90: “tenía una ponencia en Madrid y en un descanso fui al Reina Sofía. Había una exposición que me impactó. Al salir de ella me dije que tenía que trabajar la piedra”.
La doctora pudo aprovechar el privilegio de vivir en el campo para procurarse materiales. Con las pocas herramientas a su disposición, empezó a dar forma al granito y las rocas. Cada pieza aportaba un nuevo avance en su aprendizaje autodidacta. “Me entró la pasión y trabajaba cuando podía. Incluso aprovechaba los ratos libres que tenía antes o después de las guardias. Fue algo espontáneo. Debo de ser una mujer muy visceral”, expresó con humor.
“Desde hace algunos años empecé con el hierro, el acero y, sobre todo, la madera. Me resulta más fácil y cálida. Me llama y me produce mucha satisfacción”. La escultora resalta el efecto de este material en el desarrollo de sus obras. “Me habla. A veces veo las formas que me llaman y puedo expresar lo que quiero en ella”.
Desde que se jubiló, la artista aprovecha su tiempo para recolectar y reaprovechar restos que le proporcionan elementos para componer nuevas figuras. Ya sea al mirar lo que encuentra o por un impulso personal, confecciona la escultura sin restricciones. Su estilo evoca una expresividad personal más próxima a su mundo interior que a la verdad plástica de la realidad. “Son muy comedidas, abstractas y minimalistas”, indica al definir sus piezas.
Cuando nuestro Colegio le ofreció exponer en la sala, Carmen quiso compartir la oportunidad con Fina Pita, profesora jubilada de Lengua y Literatura Gallega. Ambas son vecinas y amigas desde hace tres décadas y su unión viene marcada por sus inquietudes culturales.
“A miña curmá residía en Sevilla. Cando viña no verán, ela pintábanos. A partir de aí, encantoume todo o relacionado e empecei a ir a unhas clases que daba Alberto Carpo”, relata Fina al desvelar su vinculación con este pintor gallego, a quien tuvo como tutor durante 9 años. “Unha vez pediunos que levásemos cousas da casa para facer un cadro. Eu trouxen unas pezas de cerámica e fixen un bodegón con cores inventadas. Recordo que cando chegou do café e viu o que fixen quedou pasmado. Díxome que tiña que repetilo con cores de verdade. Nunha hora acabei un cadro que lle encantou”. Tales inicios guiaron su trayectoria hacia la especialidad de decoración en la Escuela de Arte y Superior de Diseño Mestre Mateo de Santiago; lugar de relevancia en su formación.
Uno de los puntos de mayor interés es su búsqueda del color. “Comecei polo óleo con Alberto Carpo e logo usei acrílico. Despois sumei novas cousas como lapis, ceras ou mesturas de papel e pintura”, afirma. Acuarelas y mezclas de aceites aportaron nuevas texturas que agrandaron la paleta y embellecieron sus lienzos. “Fascíname a cor mesma. Gústame mesturala, coñecer as súas posibilidades e ver como flúe libremente na miña pincelada”.
Las obras de Carmen Silva y Fina Pinta ofrecen dos puntos de vista con elementos comunes. El impulso del mundo interior o la búsqueda personal representan los lazos entre las dos disciplinas y las autoras.