Alejandro Pazos nos cuenta los proyectos del grupo de investigación que dirige, RNASA-IMEDIR, y profundiza en el desarrollo de la IA en la medicina

Alejandro Pazos

El doctor Alejandro Pazos ha sido reconocido por su trayectoria profesional en el área de investigación de Tecnologías de la Información y la Comunicación como uno de los científicos más influyentes del mundo según el Ranking de la Universidad de Stanford. Es especialista en Cirugía general, doctor en Medicina y en Ingeniería Informática y catedrático de la UDC en Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial, entre otros títulos.

“Es un reconocimiento que nos anima a seguir trabajando, porque al final no deja de ser el reflejo del trabajo de todo un equipo. Sobre todo, es un estímulo para que los investigadores jóvenes del grupo vean que su trabajo tiene cierta trascendencia en el ámbito científico” afirma.

El profesor Pazos dirige el grupo de investigación RNASA-IMEDIR —perteneciente al Inibic y al Citic—, que está formado por cerca de cuarenta personas. “Somos un equipo multidisciplinar. Nuestro trabajo gira principalmente alrededor de la inteligencia artificial aplicada sobre muy diversos sectores productivos”, asegura. “Alrededor de un 75% de nuestra investigación va destinada al ámbito biomédico y del cuidado de la salud, ayudando a la interpretación de los datos, informaciones y conocimientos que puedan tener valor a lo largo del proceso asistencial y preventivo”.

grupo de trabajo RNASA-IMEDIR

Actualmente “estamos poniendo mucho empeño en integrar la IA en cada una de las fases de lo que denomino la Medicina de las ‘7 P’, desarrollando aplicaciones para cada una de ellas”. En primer lugar, el proceso asistencial “ha de ser predictivo. Durante el covid, colaboramos con el Chuac haciendo predicciones de evolución de ingresos, altas y fallecimientos para una planificación adecuada de la situación”. La medicina también “ha de ser preventiva. Hemos desarrollado sistemas para una mejor identificación de los síntomas patognomónicos, utilizando técnicas de IA sobre imagen del cáncer de mama”, indica el facultativo.

Además, “es necesario que la medicina sea personalizada. En este aspecto hemos creado sistemas de diagnóstico, utilizando, entre otros, datos genómicos y socioeconómicos de los pacientes, como la plataforma Bio-AIMS”. También es importante que la medicina “sea de precisión”. Aquí “hemos desarrollado con los cirujanos digestivos varias aproximaciones para detectar mejor los nodos centinela con técnicas de realidad aumentada”.

Además, el proceso asistencial debe ser “participativo. El paciente ha de tomar parte activa en todas las actuaciones”. En este aspecto “destaca el producto alcanzado con la realización del proyecto Practicum Direct, que analiza qué ocurre en las organizaciones cuando se toman decisiones que alteran el normal funcionamiento de estas”. Otras de las características de la Medicina de las 7P es que ha de ser “poliprofesional. Hemos colaborado con los especialistas en Inteligencia Artificial con Farmacéuticos, Bioquímicos, Biólogos y Médicos para identificar y proponer candidatos a fármacos”.

Finalmente, “el proceso asistencial tiende a ser cada día más periférico, en el sentido de que es necesario potenciar la atención a domicilio usando las herramientas de la telemedicina, para evitar las infecciones intrahospitalarias o desplazamientos innecesarios”.

Por otro lado, Alejandro Pazos cofundó hace dos años la empresa Ikerdata, “que surgió a partir de los productos resultado de investigación del grupo RNASA-IMEDIR y del grupo del profesor Humberto González de la UPV-EHU”. Llevan a cabo “el asesoramiento y desarrollo de proyectos, sobre todo en el ámbito de la salud y de la farma-industria, donde se centran en el descubrimiento temprano de fármacos, utilizando también técnicas de IA para el docking de candidatos a fármacos. Además, realizamos la búsqueda de afinidad entre la molécula candidata a fármaco y la proteína diana —vía simulación computacional—, en función de la etiopatogenia del proceso que se está analizando”.

La inteligencia artificial “no deja de ser más que una herramienta muy potente que se pone a disposición de los profesionales para ayudarlos en la componente cognitiva de su trabajo. Por ello no pretende sustituirlos”. En cuanto al campo de la biomedicina, “ha habido grandes cambios que han implicado que se están generando enormes cantidades de datos que sobrepasan las capacidades intelectivas de las personas, pero que la IA puede interpretar adecuadamente”.